lunes, 3 de octubre de 2011

EL LENGUAJE DE MI BEBÉ


El lenguaje de los bebés comienza desde muy temprana edad con balbuceos y sonidos vocálicos, que son una serie de respuestas ante los estímulos del ambiente.

A menudo pensamos que no es importante dirigirnos al bebé con explicaciones y haciendo buen uso del lenguaje, ya que “no nos va entender”; pero esto resulta ser un error.

Es de gran importancia platicar con los bebés, incluso desde el vientre materno, permitiendo al pequeño familiarizarse con la voz de los padres, y para conocer así los sonidos del lenguaje.

Esta comunicación debe permanecer a lo largo de la vida de sus pequeños, primordialmente en el primer año de vida, donde obtiene la motivación esencial para el desarrollo del lenguaje.


En el primer año de vida (0 a 12 meses) explicamos al bebé lo que hacemos diariamente: los quehaceres domésticos, lo que hacemos con él (alimento, baño, etc.), y lo más importante, le decimos que lo queremos, y que nos gusta lo que hace; alabamos cada logro.

Le cantamos canciones y leemos cuentos, le mostramos imágenes para que las relacione con palabras, como cuando le mostramos la foto de mamá. Contestamos cualquier balbuceo del bebé, y hacemos pausas cuando “platicamos” con él para dar tiempo a que nos responda.


Como recomendación, la pronunciación del adulto debe ser clara, con voz suave y procurando exagerar las gesticulaciones, con la intención de que el bebé nos imite.

En el segundo año de vida (12 a 24 meses) los pequeños incorporan varias palabras a su lenguaje, pero también se comunican por medio de señas o gestos.
Es muy común que utilicen para todo una sola palabra, o simplemente señalen lo que quieren, y papá o mamá lo interpretan y se lo dan. Los adultos no debe caer en ese juego, sino ayudarlo a hablar.


Es recomendable decirle el nombre de las cosas antes de dárselas: “¿quieres agua? ¿si? Dime: dame agua….aaagua” y esperar un momento para que el bebé lo intente; si lo hace le decimos lo bien que lo ha hecho, y le damos entonces el agua; si no dice nada, de cualquier manera le damos el agua, pero seguimos haciendo lo mismo cada vez que pide algo; poco a poco aprenderá a pedir, y luego, con nuestra ayuda, a dar las gracias.

En caso de que el bebé conozca y use palabras, se le debe insistir poco a poco que pronuncie correctamente. Hablar por teléfono con alguien que le resulte familiar, animándolo a responder y hacer preguntas, conversar acerca de su día, etc. Grabar su voz con un celular, computadora, etc. y después permitirle escucharse a sí mismo, diciéndole: “esa es tu voz”.

La mejor manera de incrementar el lenguaje del bebé es hablando con él, preguntarle cosas y esperar una respuesta, es decir, hacer pausas, y luego alegrarnos mucho cuando nos conteste.

A partir del tercer año de vida (24 a 36 meses) los niños incorporan más frases elaboradas a su lenguaje. Comienza la etapa de los cuestionamientos “¿Por qué…?”, tal vez esto resulte cansado para los padres, pero debemos ser conscientes que los pequeños se encuentran expectantes de conocer e investigar todo lo que les rodea, por este motivo es importante que nuestras contestaciones sean correctas para no limitar su aprendizaje.


Un ejercicio de estimulación distinto que se puede aplicar con el niño, es ponerlo frente al espejo, y el adulto detrás de él; vocalizar exageradamente para que el pequeño observe e imite los movimientos; se pueden pronunciar varios adjetivos como bonito, feo, alto, bajo, etc., y aplicarlos al adulto o al niño.
También en esta etapa es tiempo de que el pequeño comience a conocer las palabras de cortesía “gracias”, “por favor”, etc.

Si al pequeño le es complicado pronunciar algunas palabras, se pueden practicar inventando canciones divertidas, para acostumbrar al niño con el sonido y pronunciación.


Por lo general, en esta edad, los niños suelen confundir los conceptos del tiempo: mañana, ayer, hoy, etc., para ayudarlos podemos hacer con ellos un collage de imágenes dividido en tres partes, que cada uno represente los diferentes momentos del día, y las actividades que se realizan en cada uno de ellos. De igual forma se pueden introducir actividades poco frecuentes que se llevaron a cabo el día anterior, o las del día siguiente, para ayudarlos a construir el significado del tiempo, y las palabras que los representan.

Finalmente, destacamos una vez más la importancia de la comunicación con los niños y niñas, y dirigirnos a ellos empleado un lenguaje correcto, claro, sencillo, pero sobretodo afectuoso, en su expresión y entonación.


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