miércoles, 7 de diciembre de 2011

TIPS para la Tartamudez

¿Cómo interactuar con un niño que tartamudea?

Al hablar, emplea un ritmo lento y relajado, pero no tan lento que resulte artificial. Se debe hablar al niño despacio y darle tiempo para expresarse. Si al niño se le da el modelo de una forma de hablar más lenta, le ayudará a mejorar su fluidez. Cuando el adulto habla a una velocidad reducida, el niño tiende a imitar este habla lenta debido a la capacidad que tienen los niños de ajustarse al interlocutor durante la conversación. Esta es una forma indirecta de conseguir que el niño hable más despacio, sin necesidad de decírselo expresamente.

Escucha con atención lo que el niño quiere decirte. Responde al contenido y no a la  forma cómo lo dice.

Mantén el contacto visual natural cuando el niño esté hablando.

No apresures al niño interrumpiéndole o terminando las palabras por él.

No le “ayudes” completando lo que él quiere decirte. No permitas que otros lo hagan.

Evita hacer comentarios tales como: "Habla más despacio", "No te pongas nervioso”, etc. ya que hacen que la situación de habla se torne más tensa y desagradable y el niño se sienta evaluado en su forma de hablar, creándole así más ansiedad y por lo tanto, más difluencias.

Procura no ser excesivamente exigente con el niño en el aula, generalmente los niños que tartamudean son muy exigentes consigo mismos.

Cuando el niño que tartamudea salga del bloqueo o hable fluidamente, no le digas frases como "lo hiciste bien", "Te felicito, estas hablando mucho mejor". Esto, hace que se sienta evaluado cada vez que habla.


Consejos para los maestros y profesores:

Tener presente que la tartamudez no afecta la capacidad intelectual de las personas. Que un niño sea difluente no significa que no esté capacitado para aprender.

El alumno no debe evitar tartamudear. Permitir que tartamudee lo más natural y cómodamente posible y con la menor tensión.

Si evita tartamudear, la autoestima es influenciada por el problema de comunicación y esto desencadena actitudes viciosas.

No estimularlo a que realice ningún artificio para evitar los bloqueos: golpear con los pies, respirar profundo, etc. Esto lleva a“nutrir” los bloqueos.

Darle todo el tiempo necesario para hablar.

Descubrir que la ansiedad es nuestra al esperar que termine.

Valorar más el contenido que la forma, demostrando mucho interés en lo que dice y no en cómo lo dice.

No realizar observaciones o correcciones en el lenguaje.

No interrumpir su mensaje. No completar lo que dice o terminarle la frase.

Escucharlo relajadamente sin crítica ni juicio.

Destacar los aspectos valiosos de su personalidad frente a los demás compañeros.

Estimularle para que participe en discusiones y tareas grupales. Propicia la cooperación.

No evaluar constantemente su comportamiento verbal. No demostrarle que estamos pendiente de sus bloqueos.

Dar soporte y comprensión dentro del aula.

Favorecer los juegos teatrales y que adopte distintos roles.

       No obligarle a actuar en las fiestas escolares, pero sí estimularle a que lo haga.
El niño que tartamudea se vuelve muy sensible a lo que “lee” en la cara de quien lo escucha: no poner caras extrañas ni mostrar ansiedad.

Poder preguntarle: “¿cómo puedo ayudarte?”.

Aceptarlo y quererlo así, no es enfermo, ni deficiente, ni nervioso. Los bloqueos retroceden cuando la comunicación es esencial y se siente aceptado y cómodo.








No hay comentarios: