Las habilidades de escucha sobrepasan
los límites de la simple recepción y transmisión del sonido por parte del
sistema auditivo que, como sabemos, empieza desde el mismo pabellón auricular.
Nos referimos a las habilidades de escucha como la capacidad para codificar la información auditiva que le
permite al niño focalizar, discriminar e identificar señales acústicas así como
trasmitir continuamente información a través del Sistema Nervioso Central y Periférico; ya que se trata de un proceso
superior, este puede filtrar, escoger y combinar información en niveles
perceptuales y conceptuales apropiados que le permitirán archivar y
evocar información de manera eficiente.
La posibilidad para codificar la
información auditiva es un mecanismo que se denomina Procesamiento Auditivo
Central. De esta forma, el sistema auditivo es
un gran analizador de los sonidos que recibe. Debido a los diversos puntos en
los que la información auditiva se transforma, el sistema auditivo central
permite comprender no sólo la naturaleza y origen de los sonidos sino que
realiza operaciones complejas de orden comprensivo con esa información. Tal
como se dijo, en las áreas de asociación se une con otras informaciones y por
eso es posible responder a estos estímulos. La periodicidad, frecuencia de
presentación y secuencia en los sonidos recibidos permite al cerebro crear “engramas” o huellas
que son el producto del análisis de estos sonidos. Cada vez que un nuevo sonido
es escuchado, como sucedería con las palabras, el cerebro los compara con los
que ya posee y empieza a darles una nueva ubicación. Por eso es tan
inconveniente hablarle a los niños “ a
media lengua” pues estos engramas equivocados se irán fijando y eliminarlos es
más difícil que crear unos nuevos. Esta es una de las explicaciones para los
malos hábitos de habla de los niños que están desarrollando su expresión oral.
La recepción de sonidos y su asignación de significados le permitirán compararla con los conceptos
que posee y que su contexto le va mostrando. Así, emergerán las primeras
palabras como resultado de esta interacción entre diferenciación de sonidos,
asignación de significados y medio ambiente estimulante. Las habilidades de
escucha o PAC preceden a la producción del habla y complementan la adquisición
del lenguaje, y si pensamos en que buena parte de la información que recibe un
niño se realiza en formas verbales pues el canal auditivo y sus posibilidades
de procesamiento adquieren mayor importancia.
El desarrollo de las habilidades de
escucha o PAC sustentadas en el sistema auditivo evidencia una rápida evolución
que se ve acompañada de las posibilidades motrices, como es el caso del sostén
cefálico hacia los tres meses de edad si se trata de localizar la fuente sonora
ubicada lateralmente. Poco a poco no
sólo se tratará de la localización de la fuente sino de
determinar cambios en la secuencia temporal de sonidos, y ya que el niño
escucha sonidos ambientales y sonidos lingüísticos podrá diferenciar cuáles
tienen significado de acuerdo a los contextos provistos por su madre o
cuidadores. De modo que esta secuencia temporal es una función auditiva
superior de importancia extrema ya que cumple un aspecto significativo en el
habla. Así, las habilidades de escucha le permiten determinar qué sonidos del
habla se utilizan para señalar diferencias de significado.
Existe una relación muy estrecha entre el sistema auditivo, las
habilidades de escucha, la adquisición del lenguaje oral y su aporte al
desarrollo cognitivo. Ya vimos la forma en que el sistema
auditivo suple las necesidades de las habilidades de escucha. A este punto
sabemos que aunque un niño puede oír bien, es decir, su
sensibilidad auditiva es normal, sus habilidades para procesar información
auditiva puede estar fallando. Esto significa que puede tener
dificultades para analizar, sintetizar, almacenar y evocar información. Este tipo de actividades son de uso
permanente cuando un niño está desarrollando su lenguaje y por supuesto cuando
se encuentra en un salón de clase donde la mayoría de la información se hace
oralmente. Si sumamos a esto la competencia
que tiene un niño con estas dificultades frente a otros más hábiles, pues
podemos imaginar que tendrá serios problemas y que se verá en desventaja en
comparación con ellos.
Cuando un niño logra desarrollar
lenguaje en términos de conceptos, organizar la experiencia, y dar sentido a
ésta a través de la posibilidad de simbolizar estamos pisando el terreno del
pensamiento. Su elemento básico son los
signos y símbolos, y estos se despliegan
a través del lenguaje. Uno se sirve del otro en forma recíproca. La adquisición
del lenguaje requiere el establecimiento de funciones mentales o cognitivas
integras: percibir, analizar, razonar. De ahí se desprenden todo tipo de
procesos: clasificar conceptos, jerarquizar ideas, secuenciar eventos y
referirse a objetos y eventos no presentes.
Las dificultades en el PAC son más
frecuentes de lo que pensamos, con frecuencia acompañan a los denominados
déficits de atención, pero no es correcto afirmar que un niño que tiene
dificultades en el PAC necesariamente puede tener un déficit de atención.
El punto de confusión se presenta cuando se observan algunas características en
común como la dificultad para enfocar y
sostener la atención. En otros casos, se pueden ver como niños impulsivos por
la imposibilidad de descifrar o decodificar los mensajes que recibe. También se
podrán desarrollar problemas de socialización con consecuencias
comportamentales negativas como respuesta al mundo hostil que el niño no logra
entender.
Estas son algunas señales de alerta que
pueden hacer sospechar sobre dificultades en el PAC:
• Historial con
infecciones de oído frecuentes.
• Baja resistencia
al multiestímulo o hipersensibilidad.
(Se desestabilizan y llora ante ambientes ruidosos)
•No miran a los ojos de quien les habla, se muestran evasivos y
desatentos en la comunicación.
•Dificultad para sostener atención.
•Retraso en la adquisición del lenguaje o expresión oral ininteligible.
•Dificultad para recordar y evocar
la información presentada por vía oral.
•Imposibilidad para ejecutar
instrucciones complejas.
•Se demora más tiempo del necesario para procesar la información y
responder oportunamente.
•El rendimiento académico puede estar por debajo del esperado.
•Problemas de comportamiento, son bastante irritables.
•Alteraciones con la escritura y la
lectura, comprensión, deletreo y vocabulario.
•Dificultad para la adquisición del segundo idioma.
La ayuda terapéutica debe hacerse a
cargo de un equipo profesional que verifique estas dificultades y emprenda un
plan orientado a facilitar los procesos de codificación y decodificación de
tonos puros, sonidos ambientales e instrumentales para poder llegar al análisis
y síntesis de sonidos lingüísticos.
Algunas estrategias que se pueden
manejar de forma práctica dentro del contexto cotidiano del niño son:
ü La voz de la
madre es indispensable para que el bebé
se conecte auditivamente con su medio. Háblele, pero hágalo utilizando
variaciones en la entonación, intensidad, tono, timbre y duración de la
voz. Evite la “media lengua”.
ü Si observa a su hijo silencioso o si
presenta alguna dificultad para entenderle, preste atención especializada
inmediata, de manera que pueda construir oportunamente las diferentes etapas
evolutivas con sonidos puros y del lenguaje.
ü Acompañe a su hijo
cuando ve TV. o juega videos, de manera
que usted pueda preguntarle frecuentemente sobre el vocabulario, la
interpretación de escenas y el seguimiento de las secuencias.
ü Hable lentamente y con claridad para que le permita retener y procesar la información.
ü Apoye el discurso con
ilustraciones y dé al niño un tiempo
prudente para la ejecución.
ü Motívelo para que establezca contacto visual con el interlocutor cuando le
hablan.
ü Las estrategias de remediación están
dirigidas a entrenar las habilidades de discriminación, memoria, atención,
análisis / síntesis, localización, secuenciación e integración auditivo-vocal.
ü Discriminación o diferenciación de
sonidos lingüísticos y no lingüísticos,
similares, diferentes, con y sin significado.
ü Actividades de memoria y secuencia
auditiva: recordar imágenes auditivas, secuencias de orden de números y
patrones tonales y rítmicos.
ü Atención y separación figura-fondo: enséñele a identificar sonidos específicos a pesar de escuchar otros sonidos de
fondo. Esto le permite seleccionar los estímulos relevantes de los que no lo
son y favorece el mantenimiento de la atención.
ü Análisis auditivo: requiere separar
componentes del habla como separar palabras en sílabas o fonemas.
ü Síntesis auditiva: Consiste en
identificar fonemas en sílabas y sílabas en palabras.
ü Localización: se refiere a determinar
la dirección del origen del sonido y requiere la participación de ambos oídos.
ü Imagen auditiva o integración
auditiva-visual: se refiere a asociar
sonidos con una representación gráfica y producciones orales con símbolos
impresos.
El plan también debe incluir comprobación del estado de su integridad
auditiva, descartar déficit de atención y vigilar su desarrollo motor y
sensoriointegrativo. Además, es necesario darle
al grupo familiar una explicación clara sobre las dificultades del niño
y se le permitirá acercarse a las estrategias trabajadas para apoyar en casa
las habilidades desarrolladas.
Hasta aquí hemos presentado los aspectos
principales que relacionan la capacidad de escuchar con la posibilidad de
procesar de forma comprensiva esos sonidos. Comprender el correlato anatómico y
fisiológico contribuye a comprender la complejidad del proceso para poder
abordar dicha problemática. La conclusión más importante es que las
habilidades de escucha o PAC es un factor
que puede determinar el éxito o fracaso de un niño en su desarrollo
lingüístico y en la adquisición de aprendizajes. La expectativa más grande es
conformar grupos de estudio que se interesen para trabajar estos aspectos y
lograr consenso entre los profesionales que se buscan fortalecer estos aspectos
en los niños.
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